noviembre 01, 2007

Perón y El Partido Laborista

El éxito de la movilización popular del 17 de octubre de 1945 contribuyó en forma decisiva a la formación de una aguda conciencia política, a cuyo desarrollo contribuyó sustancialmente la política social desarrollada en beneficio del movimiento obrero desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. La incorporación del sindicalismo entre los factores de poder capaces de contribuir a legitimar el sistema político y desde un punto de vista exclusivamente gremial, el fortalecimiento del poder centralizador de los sindicatos como entidades de alcance nacional, proporcionaron a los trabajadores la oportunidad de desempeñar un papel fundamental en la nueva estructuración del país. La gravitación creciente del movimiento sindical, junto con la crisis de los partidos políticos tradicionales y la oposición organizada en contra de la política social, hicieron que el movimiento obrero comprendiera la necesidad de convertirse en eje de un nucleamiento político nacional para la defensa de sus intereses sectoriales. Con anterioridad a los sucesos del 17 de octubre, un grupo de dirigentes, en su mayoría provenientes del socialismo, se había reunido en el local de la Unión Obrera Metalúrgica para intercambiar ideas sobre la creación de un "partido de la revolución". Los días 19 y 20 de octubre hubo reuniones de ferroviarios donde se habló de constituir un "Partido Laborista". Finalmente, el 24 de octubre se reunió una asamblea en la que se invitó, a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a delegados de todos los sindicatos del interior. En esta asamblea constitutiva se fijó el nombre del partido y se designó una serie de comisiones encargadas de presentar un proyecto de estatuto. Entre el 1º y el 8 de noviembre se obtuvieron los medios para su financiamiento y se eligió la sede del partido y el 16 de noviembre, apenas un mes después de la "liberación" de Perón, la agrupación inició formalmente sus actividades. La prisa con la cual se cumplieron todos los pasos se explica por el hecho de que las fuerzas armadas concluían su período de gobierno y se había convocado a elecciones generales para fines de febrero de 1946. Eso colocaba al Partido Laborista ante la difícil tarea de movilizar políticamente a los sectores populares por él representados y convencerlos de que sus intereses estarían mejor representados por la nueva organización política, que por los tradicionales partidos de izquierda. El Partido Laborista pudo responder satisfactoriamente a esta imposición de las circunstancias, debido, por un lado, a que la creación de un partido obrero era una vieja aspiración de los dirigentes gremiales, especialmente de aquellos que provenían de las corrientes "sindicalistas", que sólo esperaban el momento propicio para concretarlo; y por otro, porque la estructura partidaria se apoyaba en la ya preexistente de los sindicatos y de la Confederación General del Trabajo, que le proporcionó una presencia de nivel nacional y cuadros con relativa experiencia política. En primer término cabe consignar que el Partido Laborista constituye el único caso en la historia argentina de partido de estructura indirecta constituido por "Sindicatos de trabajadores, agrupaciones gremiales, centros políticos y afiliados individuales" que se unieron para establecer una organización electoral común. En general puede afirmarse que el laborismo carecía de miembros del partido, existiendo tan sólo miembros de los grupos de base. Y más aún dentro de los partidos de estructura indirecta se identificaba con aquellos que toman el carácter de una comunidad basada en un sector social único. Por otra parte, el Partido Laborista es también el primer partido de masas del país que trata, en primer lugar, de realizar la educación política del movimiento obrero, de sacar de él una elite dirigente capaz de tomar en sus manos el gobierno y la administración de la Nación. Al respecto consigna el Artículo 1º de su Carta Orgánica que se refiere a los fines del Partido: "El Partido Laborista, fundado en la ciudad de Buenos Aires, el 24 de octubre de 1945, es esencialmente una agrupación de trabajadores de las ciudades y del campo, que tiene como finalidad luchar en el terreno político por la emancipación económica de la clase laboriosa del país, procurando elevarla en su condición humana y convertirla en factor decisivo de un fecundo progreso social..." . Desde el punto de vista financiero los partidos de masas descansan esencialmente en las cuotas de sus miembros: el primer deber de los elementos de bases es asegurar que se cubran regularmente. Así el partido reúne los fondos necesarios para su obra de educación política y sus actividades cotidianas: así pueden, igualmente, financiar las elecciones: el punto de vista financiero se une aquí al punto de vista político. Este último aspecto del problema es fundamental: toda la campaña electoral representa un gran gasto. La técnica de los partidos de masas tiene como efecto sustituir el financiamiento capitalista de las elecciones, con un financiamiento democrático. En lugar de dirigirse a algunos grandes donadores privados, industriales, banqueros o grandes comerciantes, para cubrir los gastos de campaña lo que coloca al candidato (y al elegido) bajo la dependencia de estos últimos- los partidos de masas reparten la carga sobre un número lo más elevado posible de sus miembros, cada uno de los cuales contribuye con una suma modesta. Al respecto el artículo 34º de la citada Carta Orgánica expresa que los fondos del Partido Laborista se formarán esencialmente con las cuotas mensuales de sus afiliados y para destacar su independencia económica agrega: "En ningún caso el Partido Laborista aceptará contribución alguna visible o disimulada de gobiernos de cualquier naturaleza, ni de empresas que tengan o puedan tener interés en la sanción de las leyes u ordenanzas que las favorezcan" Así el laborismo al igual que los modernos partidos de masas europeos, se caracteriza por apelar al público. Un público que paga, permitiendo a la campaña electoral escapar a las servidumbres capitalistas, un público que escucha y actúa, que recibe una educación política y aprende el modo de intervenir en la vida del Estado. Por último, el Partido Laborista poseía otra nota distintiva que lo identificaba como partido de masas al estilo europeo: el criterio formal de adhesión de los miembros del partido, que implicaba la firma de un compromiso de afiliación y el pago de una cuota mensual. En este sentido el laborismo adoptó la adhesión reglamentada, que se realizaba en dos actos distintos: una demanda de admisión del interesado, una decisión de admisión tomada por un organismo responsable del partido. El poder de admisión pertenecía a la agrupación seccional, local o gremial correspondiente, con recurso posible a los escalones superiores. Los aspectos que hemos destacado de la estructura del Partido Laborista, ponen en evidencia que se trataba de un moderno partido de masas al estilo europeo, quizás el más moderno en cuanto a estructura que ha conocido el país hasta nuestros días. Pero su efímera existencia impidió que estas características fueran adoptadas por otros partidos políticos.

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“…Por esa razón, es necesario que todos los trabajadores argentinos sean, permanentemente, difusores de nuestra doctrina. Que sean ellos los millones de verdaderos predicadores que la Patria necesita para elaborar su triunfo final…” Juan Domingo Perón.